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lunes, 17 de enero de 2011

El Barón Rojo, heroe de la Luftstreitkräfte

Quisiera hoy presentar, en breves pinceladas biográficas, la historia de un héroe indiscutible, tanto para amigos como enemigos, cuya leyenda ha trascendido convirtiéndose en un mito para todos. Si a cualquiera de nosotros nos preguntan sobre un "héroe" o un "mito" de cualquiera e las dos Guerras Mundiales, es más que probable que a la mayoría nos venga a la mente un triplano de color rojo y su piloto:

Manfred von Richthofen "EL BARÓN ROJO" .-




Un joven aristócrata prusiano.-

El día 2 de mayo de 1.892 nacía en Breslau, capital de la antigua Silesia alemana, (hoy Polonia) Manfred Albrecht Freiherr (Título nobiliario que equivale al de “barón”) con Richtofen. Era el segundo hijo de lo cuatro que tuvo el matrimonio formado por Albrecht y Kunigunde von Richtofen. Albrecht, su padre, había sido comandante del 12º Regimiento de Ulanos de la poderosa Caballería prusiana. Pertenecientes a una antigua estirpe terrateniente cuyo origen se remonta al Siglo XVI, los Richtofen disfrutaban de una cómoda posición social desde que Federico “el Grande” les concediera la baronía en el Siglo XVIII. 

Al igual que sus hermanos, Ilse, Lothar Siegfried y Kart Bolko, Manfred disfrutó de una apacible infancia en la villa familiar situada en la localidad de Schweidnitz. Al igual que todo joven aristócrata prusiano practicaba diferentes disciplinas deportivas, como equitación y natación. Tras un período en el que su tío Alexander se dedicó a inculcarla la pasión por la caza, los planes de futuro que habían previsto para él se pusieron en marcha. 

La carrera militar que debía emprender ya estaba decidida desde un principio. A los 11 años, Manfred ingresó junto a su hermano Lothar en la escuela para cadetes de Wahlstatt, en Berlín. Allí destaca en gimnasia y atletismo, pero sus notas son malas y sufre especialmente con la estricta disciplina. Tras seis largós años allí ingresa en la academia de Lechterfelde y realiza un cuso en la Academia de Guerra de Berlín. El joven Manfred completa su formación después de algunos años más de estudio y se une al arma de caballería, siguiendo los pasos de su padre. En sólo tres años es nombrado teniente del 1º Regimiento de Ulanos y destacado en Militsch, la actual Milicz, en Polonia. Era el año 1.912.



Kunigunde von Richtofen (su madre)


La hora de la Guerra.-

Cuando en 1.914 estalla la Guerra en Europa, el joven teniente von Richtofen sólo tenía 22 años de edad, y estaba destacado en la frontera oriental de Alemania. Ante la nueva situación, su regimiento de caballería es trasladado urgentemente al frente occidental a fin de a poyar a la infantería que avanza sobre Francia. Pero en septiembre de 1.914, el avance alemán sobre París es detenido a las afueras de la ciudad por el general Joffre; ambos contendientes se atrincheran iniciándose una larga guerra de posiciones (que durará cuatro largos años) y las tareas de reconocimiento que tradicionalmente efectuaba la caballería dejan de tener sentido. Habida cuenta el escaso trabajo, von Richtofen es trasladado a la 18ª Brigada de Infantería como oficial de suministros y se instala en las trincheras. Al poco tiempo, decepcionado por la ausencia de actividad y cansado, en palabras suyas “de administrar huevos y queso”, comienza a buscar una alternativa que le saque de allí y sacie sus ansias por entrar en combate.

Por entonces, lo único que sabe de los aviones es que habían sustituido a la caballería en las misiones de reconocimiento. Medita pues, hacerse piloto, pero cree que los meses de formación que le supondría serían superiores a los de la duración de la guerra, que por aquél entonces aún se esperaba breve. Finalmente descarta ir a la escuela de vuelo y pide su traslado al Servicio Aéreo para convertirse en observador.

Su primera experiencia resultó frustrante: pierde el sentido de la orientación y es incapaz de dar las instrucciones correctas al piloto. Pese a ese tropiezo inicial se aplica al máximo, y sin necesidad de terminar el curso aprende a leer mapas, localizar posiciones enemigas y lanzar bombas. Tras completar su primera misión en una unidad de reconocimiento en el frente oriental, es destinado al “Servicio de Palomas Mensajeras”, nombre en clave de una unidad secreta destinada a bombardear Inglaterra.

Pocos meses después, volando con el teniente Georg Zeumer, se encontraría por primera vez con un aparato enemigo. Debutaba así en un combate aéreo. Armado con un rifle, intentó abatirlo por todos los medios pero no lo consiguió. Unos días más tarde, esta vez con el teniente Osteroth como piloto y armado con una ametralladora, le llega la segunda oportunidad. Tras disparar algunas ráfagas el aparato enemigo pierde el control, entra en barrena y se estrella. Pese al éxito, esa victoria no pudo ser registrada, ya que los aparatos derribados que caían tras las líneas enemigas no computaban, según la peculiar normativa del ejército alemán. Aún así, von Richtofen estaba exultante.



Un encuentro decisivo.-

Un mes exacto después de su primer combate conoció en un tren con destino a Metz al teniente Oswald Boelcke, el más famoso piloto de caza del momento y su futuro maestro. Impresionado por el encuentro y fascinado por sus explicaciones, toma sin duda la decisión más importante de su vida: se hará piloto.





Así, acude al encuentro de su amigo Georg Zeumer y le pide que le enseñe a volar. Tras un duro entrenamiento, supera con éxito los tres exámenes requeridos para los pilotos de caza recibiendo el esperado título. Pocas semanas más tarde recibe su primer Fokker E – III equipado con motor rotativo, siendo destinado en las cercanías de Verdún con la 2ª Escuadrilla de Caza. Allí, el ejército del Káiser acababa de tomar la cima de Mort Homme y la Cota 304 tras intensísimos combates. En junio de 1.916, los rusos comandados por el general Brusilov, lanzan un ataque sorpresa sobre el sector sur de Rusia. A la vista de la de la débil respuesta el ejército Austro-húngaro y el peligro que ello suponía, el mando alemán se vio obligado a movilizar parte de las tropas que guarnecían Verdún y enviar refuerzos a aquélla zona, entre ellos la 2ª Escuadrilla de Caza a la que pertenecía von Richtofen.

Pero Boelcke vuelve a cruzarse en su destino una vez más. El famoso piloto visitó la base de von Richtofen en Kowel y le invitó a unirse al escuadrón de monoplazas que estaba formando. Tres días después, el futuro “as” volaba de nuevo hacia el frente occidental incorporándose en la Jagdstaffel 2 (más conocida como Jasta 2) y hacia un lugar de honor en la historia de la aviación. 




Al cabo de un mes cumple su sueño y vuela por vez primera en una patrulla de combate al mando de Boelcke. Poco después de despegar se encuentran con una formación de siete aviones enemigos. Tras un duro combate von Richtofen consigue abatir un avión inglés sobre suelo alemán. Había conseguido su primera victoria acreditada satisfaciendo su espíritu de cazador.

Poco después llegaría uno de los días más tristes para él y el conjunto de las fuerzas aéreas alemanas. Boelcke muere en un trágico accidente mientras trataba de esquivar un aparato enemigo, chocando con él. La muerte del héroe del momento dejaba un gran vacío en la moral y espíritu alemán. La nación necesitaba un nuevo héroe del aire y von Richtofen que en esas fechas ya ostentaba ocho derribos en su haber era uno de los más dignos candidatos. Pero, aunque su nombre comenzaba a ser popular, había otros pilotos con marcas similares a las suyas. Fue en ese momento cuando, empujado por la necesidad de aumentar su número de victorias y destacar entre los demás, tomó la decisión de pintar su avión de color rojo. Una decisión arriesgada, sin duda. Su caza, rojo, que pronto se haría famoso, inspiraba temor y respeto entre sus enemigos, pero al mismo tiempo, un color tan llamativo le convertía en un blanco fácil. Esa era su intención, atraer al enemigo e imponer temor y respeto en el aire con su presencia. Fue entonces cuando se ganó el sobrenombre de “El Barón Rojo”.




Un nuevo héroe nacional.-

Gracias a su peculiar tarjeta de presentación, en forma de un caza pintado de color rojo y su imparable número de éxitos, Manfred von Richthofen se convirtió en el nuevo símbolo nacional que la propaganda gubernamental germana había perseguido con tanta necesidad. Tras reunir las necesarias 16 victorias, confirmadas, obtuvo la preciada cruz “Pour Le Merité”, más conocida como “Blaue Max” (1). Dos días más tarde era nombrado comandante de la Jasta 11. No sólo volaría y combatiría sino que también enseñaría a otros pilotos a volar.

La primavera de 1.917 supuso un verdadero infierno para los ingleses en el aire. Los propios británicos bautizaron el mes de abril de ese año como “Bloody April”, de una parte, como consecuencia de la absoluta superioridad aérea alcanzada por los alemanes gracias a la entrada en servicio de los nuevos Fokker (cuyas hélices se sincronizaban con los disparos de las ametralladoras); y de otra parte por la igual superioridad alemana en tierra.






Durante ese mes de abril, el “Barón Rojo” derribó 21 aparatos enemigos, elevando su palmarés a 52 victorias, con las que había conseguido superar a su maestro, Boelcke (quien alcanzó las 40), consagrándose de este modo como un mito viviente. En toda Alemania se hablaba de él, y la propaganda de guerra explotaba su condición de héroe nacional mediante postales, carteles y actos de reconocimiento de todo tipo. 

La aureola del “Barón Rojo” brillaba hasta tal punto, que fue invitado a conocer al Kaiser en persona. Dejando a su hermano Lotear al mando de la Jasta 11 viajó hasta Berlín, donde conoció a los altos mandos y tuvo que protagonizar un sinfín de apariciones públicas y homenajes, que lo dejaron exhausto y deseando volver a casa para disfrutar de un merecido descanso. Tras estas pequeñas vacaciones, volvió al frente, a comandar su escuadrilla.

A la vuelta de este permiso, la estructura aérea alemana se había modificado sustancialmente, de modo que el Alto Mando fusionó las Jasta 4, 6, 10 y 11 en una unidad superior denominada Jagdgeschwader I (JG I, Ala de Caza I), bajo el mando global de von Richthofen. Esta unidad fue pronto conocida como “El circo volante”, y hacía cundir el pánico entre el enemigo cada vez que sobrevolaba el frente occidental. De entre sus miembros merece la pena destacar un jovencísimo piloto llamado Hermann Göring, quien acabaría siendo uno de los sucesores del propio Richthofen al mando de la JG I.







El segundo día de operaciones de la nueva unidad, una bala perdida de un observador impactó en la cabeza de Richthofen, y estuvo a punto de provocar la tragedia. Durante unos segundos quedó completamente paralizado; las manos caídas, las piernas sin sentido y ciego. Afortunadamente, a tiempo de enderezar el picado que comenzó a trazar su avión, recuperó la visión y la movilidad pocos instantes después. Pudo aterrizar, en efecto, pero este percance le dejó una importante herida en la cabeza de la que nunca se recuperaría totalmente.

La guerra continuaba su curso y la situación de Alemania empeoró sin remedio. El horror y las múltiples bajas cosechadas en Verdún y el Somme minaron la moral del ejército notablemente. En 1.918 el mito del Barón Rojo estaba más que afianzado, pero su cansancio físico era evidente, y las fuertes jaquecas que le provocaban la herida sufrida en la cabeza le torturaban continuamente. Harto de luchar, comenzó a obsesionarle la muerta y su carácter se tornó más hosco y depresivo. Pese a todo, su obsesión por cumplir con su deber y servir a la nación le llevaban a rechazar los constantes requerimientos de sus superiores para que dejara de volar y aceptara el apacible puesto de Inspector de la Aviación de Caza.

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(1) "BLAUE MAX", la orden "Pour le Merite" se creó en 1.740, y sigue viva hasta nuestros días, aunque con ciertas variaciones. Resulta curioso que la máxima condecoración militar alemana "durante la Primera Guerra Mundial" llevara un nombre francés, pero en el momento de su instauración se le dio el nombre, al gusto de la época, es decir, en francés pues no debemos olvidar que en la corte de Federico el Grande era ésta la lengua en que se expresaban. 

Es en 1.810 y durante el reinado de Federico Guillermo III, cuando deja de concederse a los civiles y se convierte en una orden estrictamente militar. Curioso el hecho de que sea bajo el reinado de tan infausto monarca cuando se acuña tan hermosa cruz. Federico Guillermo, quien ante el avance de las tropas de Napoleón huyó, buscando la protección de las muralllas de Königsberg, dejando al mando de todo el "tinglado" a su bella esposa "Luisa". 

Fue, durante Primera Guerra Mundial cuando la orden "Pour le Merite" adquiere la fama y renombre con que la conocemos hoy. Fama que se debe a ser "ganada" por muchos aviadores y de renombre, entre ellos el Barón Rojo, y su hermano Lothar. También obtuvo tan codiciado premio el entonces teniente E. Rommel 

También la conocemos actualmente con su nombre vulgar DER BLAUE MAX.... en honor al primer aviador alemán con mérito suficiente para llevarla al cuello. Max Hoffman. Asi, y aunque realmente deberíamos denominarla vulgarmente en alemán "Blaue Max", hemos acabado sucumbiendo todos a su denominación inglesa "Blue Max" consecuencia de la película que en cierto modo nos la hizo conocer a todos. "The Blue Max", con George Peppard y una estupendísima Ursula Andrews. Película que a España llegó con el nombre de"Las Aguilas azules"



El último vuelo.-

El 20 de abril de 1.918, von Richthofen se acostó de buen humor. Se había anotado su 80ª victoria, estableciendo con ello un récord casi inalcanzable. A la mañana siguiente se introdujo de nuevo en la cabina de su Fokker de color rojo. Esta sería la última vez.






Era domingo, y el aeródromo de Cappy aparecía cubierto por una espesa niebla. Sobre las 10.30 horas de la mañana, el fuerte viento del este comenzó a disipar la niebla y se recibió un informe que avisaba de la aproximación de aviones ingleses. En pocos minutos, dos escuadrillas de Fokker Dr. I, una liderada por von Richthofen y otra por el Teniente Hans Weiss, despegan en su busca. Al alcanzar l línea del frente se encuentran con varios Sopwith Camel. La primera reacción del Barón Rojo es disparar a uno de ellos, que da una vuelta y se desliza en picado hacia el oeste. Volando a muy poca altitud, casi a ras de suelo, el caza rojo se lanza en su persecución a lo largo del río Somme, buscando con ello su 81ª victoria. Allí fue donde sus camaradas lo perdieron de vista. En cuestión de pocos minutos el cazador del aire moría por efecto de una sola bala que, entrando por debajo del pecho le atravesó el corazón.

¿Quién mató al Barón rojo? Es esta una pregunta aún sin resolver; un misterio sin desvelar. El capitán Roy Brown, que ese día volaba a bordo de uno de los Camels de la escuadrilla 209 de la RFC, escribió en su informe oficial: “Piqué sobre un triplano completamente rojo que estaba disparando sobre el teniente May. Le lancé una larga ráfaga y se vino abajo pudiendo observar cómo se estrellaba”.Pero esta es sólo una suposición pues si lo que afirmó el capitán Brown fuera cierto, el Barón Rojo habría violado una de sus propias máximas, recogidas en su “Manual de combate aéreo”, conforme la cual “uno nunca debe obstinarse en seguir a un adversario al que no ha podido abatir (..) entrando en el otro lado, donde uno se encuentra solo y tiene que enfrentarse a un mayor número de adversarios”.

La segunda versión de los hechos es la que sostiene el ejército australiano. De acuerdo con la afirmación de sus mandos, al perseguir al capitán Brown penetró en el territorio asignado a sus unidades y fue tiroteado desde tierra por sus baterías hasta ser derribado. Sea como fuere, el triplano rojo de von Richthofen se estrelló en un campo de remolachas situado a lo largo de la carretera de Corbie a Bray. Su cuerpo fue inmediatamente trasladado al aeródromo de Poulainville, donde se le hicieron fotos para que no hubiera ninguna duda de que había caído en el sector aliado. Le quitaron la ropa y le efectuaron un examen médico.

Mientras tanto, los miembros de la JG I desconocían el hecho de la muerta de su líder, y aún aguardaban esperanzas de que siguiera con vida. Pero un mensaje escrito lanzado dese un avión ingles en el que se confirmaba oficialmente su muerte les despertó de sus sueños. Su Kommandeur había caído, y con él el último gran héroe alemán. 

El día 23 de abril la noticia era publicada en Alemania y sumía al país entero en una depresión que auguraba el principio del fin de la brava resistencia prusiana. Un día antes, el cuerpo del mejor piloto de caza de todos los tiempos fue enterrado por sus enemigos en el cementerio de Bertangle. Recibió todos los honores militares y los propios británicos no dudaron en rendirle el tributo merecido. Su ataúd, cubierto con una ofrenda de flores fue cargado por seis miembros del Escuadrón 209, mientras soldados australianos presentaban armas y lanzaban tres salvas en su honor. En su lápida, que se encuentra en el lugar exacto en que cayó, se puede leer “ Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz”. Era el homenaje de los que habían sufrido el instinto de un cazador implacable llamado Manfred von Richthofen. Un homenaje que también marca el final de una era en la que el arte de la guerra se basaba en el profundo respeto hacia el adversario.

(NOTA.- Circulan por la red, por cuanto que existen, las fotografías tomadas por los australianos y británicos al cadáver del Manfred von Richthofen. Con ellas se acreditaba frente a los alemanes la muerte del Barón Rojo. Por respeto a su memoria, no las he publicado ya que considero que tales imágenes, son lo menos importante de su vida.)

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